jueves, 30 de agosto de 2012
VIRGILIO, AUTORES ROMANOS
VIRGILIO
Publio Virgilio Marón1 (Andes, actual Pietole, cerca de Mantua, en la Región X, Venetia, hoy Lombardía italiana, 15 de octubre de 70 a. C. – Brundisium, actual Brindisi, 21 de septiembre de 19 a. C.), más conocido por su nomen, Virgilio, fue un poeta romano, autor de la Eneida, las Bucólicas y las Geórgicas. En la obra de Dante Alighieri, La Divina Comedia, fue su guía a través del Infierno y del Purgatorio.
Formado en las escuelas de Mantua, Cremona, Milán, Roma y Nápoles,
se mantuvo siempre en contacto con los círculos culturales más
notables. Estudió filosofía, matemáticas y retórica, y se interesó por
la astrología, medicina, zoología y botánica. De una primera etapa
influido por el epicureísmo, evolucionó hacia un platonismo místico, por lo que su producción se considera una de las más perfectas síntesis de las corrientes espirituales de Roma.
Fue el creador de una grandiosa obra en la que se muestra como un
fiel reflejo del hombre de su época, con sus ilusiones y sus
sufrimientos, a través de una forma de gran perfección estilística.
Biografía
Hijo de campesinos, Virgilio nació en Arides, una aldea próxima a Mantua, en la región italiana de Venetia et Histria. Recibió una esmerada educación y pudo estudiar retórica y poesía gracias a la protección del político Cayo Mecenas
(de éste proviene el término "mecenas" aplicado a quienes protegen y
estimulan las artes). Sus primeros años los pasó en su ciudad natal,
pero al llegar a la adolescencia se trasladó a Cremona, Milán y Roma
para completar su formación. En Roma se introdujo en el círculo de los poetae novi. A esta época pertenecen sus primeras composiciones poéticas, recogidas bajo la denominación de Apéndice Virgiliano.
Llegó a Nápoles en el 48 a. C. para estudiar con el maestro epicúreo Sirón. Por entonces estalló la guerra civil tras el asesinato de César, lo que afectó a Virgilio, quien incluso vio peligrar su patrimonio. Pasó gran parte de su vida en Nápoles y Nola. Fue amigo del poeta Horacio y de Octavio, desde antes de que éste se convirtiera en el emperador Augusto.
Entre el año 42 a. C. y el 39 a. C. escribió las Églogas o Bucólicas, que dejan entrever los deseos de pacificación de Virgilio en unos poemas que exaltan la vida pastoril, a imitación de los Idilios del poeta griego Teócrito.
Aunque estilizados e idealizadores de los personajes campesinos,
incluyen referencias a hechos y personas de su tiempo. En la famosa
égloga IV, se canta la llegada de un niño que traerá una nueva edad
dorada a Roma. La cultura posterior encontró aquí un vaticinio del nacimiento de Cristo.
Entre el 36 a. C. y el 29 a. C., compuso, a instancia de Mecenas, las Geórgicas,
poema que es un tratado de la agricultura, destinado a proclamar la
necesidad de restablecer el mundo campesino tradicional en Italia.
A partir del año 29 a. C., inicia la composición de su obra más ambiciosa, la Eneida, cuya redacción lo ocupó once años, un poema en doce libros que relata las peripecias del troyano Eneas desde su fuga de Troya
hasta su victoria militar en Italia. La intención evidente de la obra
era la de dotar de una épica a su patria, y vincular su cultura con la
tradición griega. Eneas lleva a su padre Anquises sobre sus hombros y su
hijo Ascanio de la mano. En Cartago, en la costa de África, se enamora de él la reina Dido, quien se suicida tras la partida del héroe. En Italia, Eneas vence a Turno, rey de rútulos. El hijo de Eneas, Ascanio, funda Alba Longa,
ciudad que más tarde se convertiría en Roma. Según Virgilio, los
romanos eran descendientes de Ascanio, y por lo tanto del propio Eneas.
El estilo de la obra es más refinado que el de los cantos griegos en los
que se inspiró.
Había ya escrito la Eneida, cuando realizó un viaje por Asia Menor y Grecia, con el fin de constatar la información que había volcado en su poema más famoso. En Atenas se encontró con Augusto y regresó con él a Italia, ya enfermo. A su llegada a Brindisi, pidió al emperador antes de morir que destruyera la Eneida. Augusto se opuso rotundamente y no cumplió la petición, para gloria de la literatura latina.
Obras
- Las Bucólicas
- La Eneida
- Las Geórgicas
- Un conjunto de obras menores conocido, desde que Escalígero le dio ese nombre en su edición de 1573, como Appendix Vergiliana, atribuida a Virgilio en la Antigüedad, pero de cuya autenticidad dudan bastantes especialistas modernos, en la que se recogen poemas como Culex, Dirae, Aetna, Ciris, Catalepton, Cataleptum, Moretum, Copa, Elegiae in Maecentatem
- En el Culex ("Mosquito"), este alerta en un sueño al pastor que lo mató de que al picarlo le salvó la vida, y por eso el mosquito se ve honrado con una tumba por el pastor.
- Las Dirae o "Maldiciones" son pronunciadas por el amante de una tierra que ha debido abandonar (arrebatada por unos veteranos del ejército romano); su enamorada Lydia se es honrada por un poema de amor que lleva su nombre y un elogio del campo donde ella vivía.
- El Aetna, consagrado al volcán Etna
- El Ciris: evocación de la metamorfosis en pájaro (Ciris) de Escila, hija del rey de Megara.
- El Catalepton, manojo de poemas cortos, de los cuales algunos parecen auténticas obras de juventud de Virgilio.
En una fase posterior, se ha añadido aún a esta colección:
- La Copa: poema que lleva el nombre de una bailarina siria que invita a un viajero al placer de verla bailar en su casa.
- Las Elegiae in Maecentatem: pieza necrológica que refiere las últimas palabras de Mecenas, benefactor de Virgilio, dirigidas al emperador Augusto.
- El Moretum: poema gastronómico que describe con detalle la preparación de este plato local de la Cisalpina.
El perfecto verso de Virgilio fue elogiado y considerado ejemplar tanto entre sus coetáneos como en la Edad Media, el Renacimiento, y siguientes, al tiempo que la Eneida
era desmenuzada como un tratado de filosofía y política, cuando no
considerada la obra de un vidente. El esfuerzo de los renacentistas por
unir el cristianismo con la cultura clásica encontró en Virgilio su
principal referencia.
Dante tomó su figura como uno de los personajes principales de su obra la Divina Comedia; representa la Razón, y ayuda a Dante a atravesar el infierno y el purgatorio. Por otra parte, Hermann Broch, en su novela La muerte de Virgilio, narra sus últimos días.
AUTORES ROMANOS
Obras:
De oratote, De inventione, Brutus, Orador, Partitionis oratoriae, De
optimo genere oratorum, Paradoxa Stoicorum ad M. Brutum, Ad C. Trebatium
topica
Discursos: Catilinariae, In Pisonem, Pro Milone, Philippicae (In M. Antonium Philipppicarum), Verrinas, Pro Murena, Pro Sulla, Pro L. Valerio Flacco, Pro Sestio In P. Vatinium, Pro M. Caelio, Pro Ligario, Pro Roscio Amerino, Pro lege Manilia Pro Cornelio Balbo, Pro Cn. Plancio, Pro Aemilio Scauro, Pro Rabirio Postumo Pro T. Annio Milone, De Marcello, Pro Ligario, Pro rege Deiotaro, Pro A Caecina Pro Rabirio perduellionis reo, De provinciis consularibus, De lege agraria De domo sua ad pontifices, De haruspicum responsis.
Filosofía: De re publica, De legibus, Hortensias, De fato, Cato maior (De senectute), Laelius (De amicita), Academica, Timaeus, De finibus bonorum et malorum, Tusculanae disputationes, De natura deorum, De divinatione De officiis.
Textos Latinos: De la amistad, De oratore
Obras: La guerra de las galias, La guerra civil
Discursos: Catilinariae, In Pisonem, Pro Milone, Philippicae (In M. Antonium Philipppicarum), Verrinas, Pro Murena, Pro Sulla, Pro L. Valerio Flacco, Pro Sestio In P. Vatinium, Pro M. Caelio, Pro Ligario, Pro Roscio Amerino, Pro lege Manilia Pro Cornelio Balbo, Pro Cn. Plancio, Pro Aemilio Scauro, Pro Rabirio Postumo Pro T. Annio Milone, De Marcello, Pro Ligario, Pro rege Deiotaro, Pro A Caecina Pro Rabirio perduellionis reo, De provinciis consularibus, De lege agraria De domo sua ad pontifices, De haruspicum responsis.
Filosofía: De re publica, De legibus, Hortensias, De fato, Cato maior (De senectute), Laelius (De amicita), Academica, Timaeus, De finibus bonorum et malorum, Tusculanae disputationes, De natura deorum, De divinatione De officiis.
Textos Latinos: De la amistad, De oratore
Obras: La guerra de las galias, La guerra civil
Textos en Latín: De bello gallico
-JUVENAL
Obras: Sátiras
Textos en Latín: Sátira vii, Inspiración para la sátira (Sát. I, 69-89), El rodaballo (Sát. IV, 37-56), No hay quien viva en Roma (Sátira III)
Obras: Sátiras
Textos en Latín: Sátira vii, Inspiración para la sátira (Sát. I, 69-89), El rodaballo (Sát. IV, 37-56), No hay quien viva en Roma (Sátira III)
Obras:
Conservadas: De providentia, De constantia sapientes, De ira, Consolatio ad Marciam, De vita beata, De tranquilitate animi, De brevitate vital, Consolatio ad Polybium, Consolatio ad Heluiam, Naturales quaestiones, De beneficiis, De clementia, Epistulae morales ad Lucilium
No conservadas: Moralis philosophiae libri, De oficiis, De remediis fortuitorum ad Gallionem, De pauperate, De superstitione, De matrimonio,De inmatura morte Exhortaciones, De motu terrarum,De lapidum natura,De piscium natura, De forma mundi, De situ Indiae, De situ et sacris Aegyptiorum, De vita patris
Tragedias: Edipo, Hercules Otaeus, Tiestes, Atreo, Fedra, Medea, Troades
Conservadas: De providentia, De constantia sapientes, De ira, Consolatio ad Marciam, De vita beata, De tranquilitate animi, De brevitate vital, Consolatio ad Polybium, Consolatio ad Heluiam, Naturales quaestiones, De beneficiis, De clementia, Epistulae morales ad Lucilium
No conservadas: Moralis philosophiae libri, De oficiis, De remediis fortuitorum ad Gallionem, De pauperate, De superstitione, De matrimonio,De inmatura morte Exhortaciones, De motu terrarum,De lapidum natura,De piscium natura, De forma mundi, De situ Indiae, De situ et sacris Aegyptiorum, De vita patris
Tragedias: Edipo, Hercules Otaeus, Tiestes, Atreo, Fedra, Medea, Troades
-VIRGILIO
Obras:Bucólicas, Geórgicas, Eneida
Textos Latinos:Eneida
Textos Latinos:Eneida
-NEPOTE
Exempla, Vidas de Catón y Cicerón.
EL LATIN , LAS INVASIONES
Latín
El latín es una lengua de la rama itálica1 de la familia lingüística del indoeuropeo2 que fue hablada en la Antigua Roma y, posteriormente, en la Edad Media y la Edad Moderna, llegando incluso a la Edad Contemporánea, pues se mantuvo como lengua científica hasta el siglo XIX. Su nombre deriva de una zona geográfica de la península itálica donde se desarrolló Roma, el Lacio (en latín, Latium).
Adquirió gran importancia con la expansión de Roma,3 siendo lengua oficial del imperio en gran parte de Europa y África septentrional, junto con el griego. Como las demás lenguas indoeuropeas en general, el latín era una lengua flexiva de tipo fusional con un mayor grado de síntesis nominal que las actuales lenguas romances, en la cual dominaba la flexión mediante sufijos, combinada en determinadas veces con el uso de las preposiciones;
mientras que en las lenguas modernas derivadas dominan las
construcciones analíticas con preposiciones, habiéndose reducido la
flexión nominal a marcar sólo el género y el plural, conservando los casos de declinación sólo en los pronombres personales (teniendo estos un orden fijo en los sintagmas verbales).4
El latín en su forma clásica nunca ha dejado de usarse de forma
escrita, y sigue siendo hablada como segunda lengua por varios miles de
personas en reuniones y congresos científicos, por lo que nunca ha sido
una lengua muerta. El latín dio origen a un gran número de lenguas europeas, denominadas lenguas romances, como el portugués, el gallego, el castellano, el asturleonés, el aragonés, el catalán, el occitano, el francés, el retorrománico, el italiano, el rumano y el dálmata.
También ha influido en las palabras de las lenguas modernas como
consecuencia de que durante muchos siglos, después de la caída del Imperio romano, continuó usándose en toda Europa como lingua franca para las ciencias y la política, sin ser seriamente amenazada en esa función por otras lenguas en auge (como el castellano en el siglo XVII o el francés en el siglo XVIII), hasta prácticamente el siglo XIX.
Es idioma oficial en la Ciudad del Vaticano. La Iglesia católica lo usa como lengua litúrgica oficial, aunque desde el Concilio Vaticano II se permiten además las lenguas vernáculas.5 También se usa para los nombres binarios de la clasificación científica del reino animal y vegetal, para denominar figuras o instituciones del mundo del Derecho, como lengua de redacción del Corpus Inscriptionum Latinarum, y en artículos de revistas científicas publicadas total o parcialmente en esta lengua.
El estudio del latín, junto con el del griego clásico, es parte de los llamados estudios clásicos, y aproximadamente hasta los años sesenta fue estudio casi imprescindible en las Humanidades. El alfabeto latino, derivado del alfabeto griego, todavía es el alfabeto más usado del mundo con diversas variantes de una lengua a otra.
Periodos en la historia de la lengua latina
La historia del latín comienza en el siglo VIII a. C. y llega, por lo menos, hasta la Edad Media; se pueden distinguir los siguientes periodos:
- Arcaico: desde que nace hasta que la sociedad romana entra en la órbita cultural de Grecia (helenización): VIII – II a. C. Autores destacados de este período son Apio Claudio el Ciego, Livio Andrónico, Nevio, Ennio, Plauto, Terencio.
- Clásico: en una época de profunda crisis económica, política y cultural, la élite cultural crea, a partir de las variedades del latín coloquial, un latín estándar (para la administración y escuelas) y un latín literario. Es la Edad de Oro de las letras latinas, cuyos autores más destacados son Cicerón, Julio César, Tito Livio, Virgilio, Horacio, Catulo, Ovidio. Esto ocurrió aproximadamente en los siglos I a. C. y I d. C.
- Posclásico: la lengua hablada se va alejando progresivamente de la lengua estándar, que la escuela trata de conservar, y de la lengua literaria. Esta distancia creciente hará que de las diversas maneras de hablar latín nazcan las lenguas románicas. Y la lengua escrita, que inevitablemente también se aleja, aunque menos, de la del periodo anterior, se transforma en el latín escolástico o curial.
- Tardío: los padres de la Iglesia empiezan a preocuparse por escribir un latín más puro y literario, abandonando el latín vulgar de los primeros cristianos. A este período pertenecen Tertuliano, Jerónimo de Estridón (San Jerónimo) y San Agustín.
- Medieval: el latín como se conocía ya no es hablado, por ende, el latín literario se refugia en la Iglesia, en la Corte y en la escuela, convirtiéndose en el vehículo de comunicación universal de los intelectuales medievales. Mientras, el latín vulgar continuaba su evolución a ritmo acelerado. Ya que las lenguas romances fueron apareciendo poco a poco, unas antes que otras, y porque el latín seguía siendo utilizado como lingua franca y culta, no se puede dar una fecha en la que se dejó de utilizar como lengua materna.
- Renacentista: en el Renacimiento la mirada de los humanistas se vuelve hacia la Antigüedad clásica, y el uso del latín cobró nueva fuerza. Petrarca, Erasmo de Rotterdam, Luis Vives, Antonio de Nebrija y muchos otros escriben sus obras en latín, además de en su propia lengua.
- Científico: la lengua latina sobrevive en escritores científicos hasta bien entrado el siglo XVIII. René Descartes, Isaac Newton, Baruch Spinoza, Gottfried Leibniz e Immanuel Kant escribieron algunas de sus obras en latín.
Literatura latina
Artículo principal: Literatura en latín.
El cuerpo de libros escritos en latín, retiene un legado duradero de cultura de la Antigua Roma. Los romanos produjeron una extensa cantidad de libros de poesía, comedia, tragedia, sátira, historia y retórica, trazando arduamente al modo de otras culturas, particularmente al estilo de la más madura literatura griega.
Un tiempo después de que el Imperio romano de occidente cayese, la
lengua latina continuaba jugando un papel muy importante en la cultura
europea occidental.
La literatura latina
normalmente se divide en distintos períodos. En lo que respecta a la
primera, la literatura primitiva, sólo restan unas pocas obras
sobrevivientes, los libros de Plauto y Terencio; se han conservado
dentro de los más populares autores de todos los períodos. Muchas otras,
incluyendo la mayoría de los autores prominentes del latín clásico, han
desaparecido, aunque bien algunas han sido redescubiertas siglos
después.
El periodo del latín clásico, cuando la literatura latina es
ampliamente considerada en su cumbre, se divide en la Edad Dorada, que
cubre aproximadamente el periodo del inicio de siglo I a. C. hasta la mitad del siglo I d. C.; y la Edad de Plata, que se extiende hasta el siglo II d. C. La literatura escrita después de la mitad del siglo II es comúnmente denigrada e ignorada.
En el Renacimiento muchos autores clásicos fueron redescubiertos y su
estilo fue conscientemente imitado. Pero sobre todo, imitando a
Cicerón, y su estilo preciado como el perfecto culmen del latín. El
latín medieval fue frecuentemente despreciado como latín macarrónico; en cualquier caso, muchas grandes obras de la literatura latina fueron producidas entre la antigüedad y la Edad Media, aunque no sea de los antiguos romanos.
La literatura latina romana abraza dos partes: la literatura indígena y la imitada.
- La literatura latina romana indígena ha dejado muy pocos vestigios y sólo nos ofrece fragmentos verdaderamente arcaicos e intentos de arcaísmo deliberado que proceden fundamentalmente de tiempos de la República, de los emperadores y principalmente de los Antoninos.
- La literatura latina romana imitada ha producido composiciones en que la inspiración individual se junta a la imitación más feliz, obras numerosas y elegidas que nos han llegado enteras. A veces, se han confundido las obras de origen italiano, producciones más toscas del genio agrícola o religioso de los primitivos romanos (que ofrecen un carácter más original), con las copias latinas de las obras maestras de Grecia, que ofrecen un encanto, una elegancia y una suavidad correspondientes a una civilización culta y refinada. En este último aspecto señalamos la tendencia de dos escuelas retóricas de origen griego que tuvieron gran influencia en Roma: el asianismo y el aticismo. Desde los tiempos de Cicerón estas dos tendencias estilísticas del griego entraron de lleno en latín y perduraron durante varios siglos en la literatura latina.
Literatura temprana
Literatura de la Edad de Oro
- Poesía: Lucrecio, Catulo, Virgilio, Horacio, Ovidio, Tibulo, Propercio, Lucano
- Prosa: Cicerón, Julio César
- Historia: Salustio, Livio, Nepote, Tácito, Suetonio
Literatura de la Edad de Plata
- Poesía: Estacio, Marcial, Manilio
- Prosa: Petronio, Quintiliano, Apuleyo, Séneca, Asconio
- Teatro: Séneca
- Sátira: Persio, Juvenal
- Historia: Tácito, Suetonio
Las invasiones bárbaras al Imperio Romano
Hasta hoy, siempre ha sido posible encontrar explicación sobre el fin
de Roma o exclusivamente en las invasiones barbaras. Lo cierto es que
las invasiones comienzan muy pronto, ya a mediados del siglo III, el
emperador Decio, muere defendiendo las fronteras contra los Godos en
251, y luego el emperador Valerio es capturado por los persas. Pero, no
va a ser hasta el año 376 378, cuando los Hunos invadan la frontera
este, que los godos rebasaran las fronteras del imperio, la batalla de
Adrianópolis y la muerte del emperador Valente, inaugura las invasiones
de manera formal e irreversible.
De todos modos, a pesar del prolongado periodo de paz que se había
desarrollado en el Imperio romano durante los dos primeros siglos de nuestra
era, será a partir del gobierno del emperador Marco Aurelio cuando asistimos a
las primeras invasiones de algunos pueblos bárbaros como los mauri, que presionaban las fronteras occidentales del
Imperio.
Los mauri se establecían en este momento en las montañas del Rif, cercanas al Estrecho de Gibraltar, lo que les permitió
fácilmente invadir la provincia romana de la Bética en el sur de la Península. El legado
de la Bética, Aufidius Victorinus, utilizó a la Legio VII
Gemina, única legión establecida en la Península en este momento, para rechazar esta
invasión. Una segunda incursión de los mauri parece que tuvo lugar hacia el 177-180 d.C. pero Roma de nuevo consiguió
controlar la situación.
La historia
registra que desde el año 378 d.C. varias tribus (muchas de las cuales no
prosperaron, desaparecieron o se unieron a otras) invadieron
el Imperio Romano. De éstas, las que más se destacaron fueron las siguientes:
Visigodos,
Vándalos, Ostrogodos, Lombardos, Francos, Burgundios,
Suevos, Anglosajones, Alamanes y Hérulos.
Estas diez
tribus bárbaras (con ese nombre se las conoce) son el fundamento de las
naciones europeas de la actualidad. Los historiadores aseguran que la división
del Imperio Romano fue una realidad hacia el año 476 d.C:
"Desde
el año 476, la historia de las tierras que una vez fueron gobernadas desde Roma se transformó en la historia de los pueblos bárbaros, aunque
todavía varias generaciones de romanos y súbditos romanizados conservaron sus
costumbres y formas de vida".
Durante el siglo IV d.C. va a quedar autorizado el
establecimiento de grupos germanos en los confines del Imperio en calidad de
federados o aliados de Roma, defendiendo las fronteras del Imperio, frente a la
presión de otras tribus. Entre estos pueblos destacan los visigodos establecidos en la zona oriental del Imperio, que inician a fines del siglo IV
d.C. incursiones de pillaje por la península de los Balcanes, para iniciar su
marcha hacia la península italiana donde se enfrentarán al general romano Estilicón. En el año 410 los visigodos guiados por su
rey Alarico toman y saquean la ciudad de Roma,
capital del Imperio.
Otros pueblos como los vándalos, junto a los suevos,
cuados y alanos cruzan en este momento la frontera del Rhin,
atraviesan la Galia y llegan a Hispania en el 409 d.C., donde se establecen como federados. Posteriormente cruzan el
estrecho de Gibraltar y fundan en África el reino vándalo.
Entre estos pueblos
bárbaros que invadieron el Imperio, figurarían también los ostrogodos,
que estaban inicialmente asentados junto al mar Negro. Después de ser destruido
su reino por la acción de los hunos, que procedían de Asia, los ostrogodos se
dedicaran a saquear el área de los Balcanes, para pasar finalmente a la
península italiana, donde se establecerán definitivamente.
En determinadas
ocasiones la alianza de estos pueblos bárbaros con el ejército romano frenaría
a pueblos excepcionalmente belicosos como los hunos de Atila,
que fueron derrotados en el año 451 d.C. en las Galias,
en la batalla de los Campos Cataláunicos.
Aunque la presión de los pueblos bárbaros sobre las
fronteras del Imperio, así como las sucesivas invasiones de estos pueblos son
un factor histórico importante, tampoco podemos olvidar otras causas que
influyeron en el final del Imperio romano de Occidente como la
decadencia de la vida urbana, el aumento de la burocracia estatal, la crisis
económica, la debilidad de los sucesivos emperadores, o la creciente presencia
de elementos germanos en el ejército.
Es importante
resaltar que estas tribus bárbaras en realidad no fueron reinos independientes
de Roma, sino que hicieron parte de ella.
La historia lo
confirma:
"La
extinción del poder romano y el colapso de sus estructuras políticas no
significaron el fin de su cultura ni la desaparición de sus formas de vida...
Cuando los lazos políticos con Roma se rompieron a causa de las invasiones
bárbaras, aquellos territorios recobraron su existencia independiente, pero
las antiguas influencias culturales permanecieron en las costumbres y
creencias, en las leyes y en las instituciones".
Si bien podemos
considerar que el Imperio romano de Occidente finaliza en el 476 d.C., en la
zona oriental del Imperio el poder de Bizancio perdurará
hasta el año 1453 con la toma de Constantinopla por los turcos. LA ORATORIA ROMANA
Oratoria
A partir del s. II a. C. Roma acoge un gran número de rétores griegos, a la vez que los romanos de pro viajan a Grecia a aprender las técnicas de la oratoria. En esta época los discursos más brillantes se pronuncian en el senado, verdadero centro de decisión de la vida pública de Roma, donde las dotes de persuasión en el ejercicio de la oratoria son determinantes para el éxito político de todo romano.
La dicción
esmerada y culta da origen a muchos de los tropos
literarios, que aún hoy en día se llaman también figuras
retóricas. Estas figuras hacen de la oratoria uno de los
géneros más difíciles y elaborados.
El representante más ilustre fue sin duda Cicerón (106 - 43 a. C.) con una gran cantidad de discursos de los tipos expuestos arriba. Entre estos destacan las Catilinarias, conjunto de tres discursos pronunciados en el Senado en el año de su Consulado (63 a. C.). Tras la muerte de Cicerón ningún orador alcanzaría su valor. Pero destacamos a un hispanorromano, Séneca el Viejo (55 a. C. - 40 d. C.), padre del filósofo. Escribió unos discursos como ejercicio para enseñar la técnica de la oratoria llamados Controversiae o Controversias y Suasoriae o Discursos de disuasión. Los oradores continuaron existiendo hasta el final de la latinidad.
Desde el año 81 a. C. con la Rhetorica
ad Herennium de autor desconocido se elaboran en
latín diversos manuales que sientan las bases de este
género literario que tuvo una importancia capital en la
literatura y en el propio desarrollo de Roma. Cicerón escribió varias obras (De
oratote "Sobre el orador", Orator "El
orador") que suponen manuales de uso de la oratoria,
basados en la retórica griega.
Con la llegada del Imperio la importancia del
Senado disminuyó y con esta la de la oratoria política,
que había supuesto la cumbre del género con Cicerón en
Roma y Demóstenes en Atenas (s. IV a. C.), pero la
oratoria permaneció en la cúspide de la formación de
todo ciudadano. En las ciudades importantes había
escuelas de retórica. En la de Roma en la época de los
Flavios enseña retórica el calagurritano Quintiliano, quien compone una obra crucial:
Institutio oratoria o Instrucción del
orador, que supone la culminación de los tratados
sobre retórica escritos en latín, además de uno de los
primeros libros con clara vocación
pedagógica.
El último gran tratadista es Tácito, el historiador de finales del s. I
d. C., quien compone el Diálogo de los
oradores.
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LA PROSA, EL TEATRO ,
1.-
INTRODUCCIÓN
El
teatro era el único género literario que en la época de la helenización de
la cultura latina se había enriquecido ya en Roma con una rica tradición
popular. Efectivamente, el carácter itálico se distinguía por una tendencia
a la chanza, a lo grotesco y a lo mordaz (el italum acetum a que se refirió
Horacio) que desde antiguo se plasmaba en representaciones improvisadas de
gran raigambre popular. Entre estas manifestaciones preliterarias relacionadas
con la escena destacan las "farsas atelanas" y el "mimo".
Las
farsas atelanas surgen entre los oscos y son pequeñas representaciones bufas
basadas en la vida cotidiana y en la que aparecen tipos fijos representados
por actores no profesionales cubiertos por máscaras: el viejo estúpido
(Puppus), el jorobado (Dosenus), el glotón (Buccus), y el joven atolondrado
(Maccus). Cuando por influencia de la helenización de la escena romana
comienzan a representarse tragedias, las atelanas pasan de ser un género dramático
menor a representarse a continuación de las mismas como exodium.
El
mimo era representaciones en que las tanto hombres como mujeres sin máscaras
daban vida a escenas de la vida diaria partiendo de un texto en prosa. En la
evolución del teatro romano va adquiriendo cada vez mayor popularidad,
desplazando a las atelanas en el exodium de las tragedias.
El
origen del teatro y de las representaciones dramáticas regladas debe
vincularse a la helenización general de la cultura romana tras la primera
guerra púnica; la presencia de tropas romanas en el sur de Italia y en
Sicilia no es ajena a este helenización. El teatro es el más claro ejemplo,
aunque no el único, de esta habilidad de la civilización romana para
apropiarse de manifestaciones artísticas de otros pueblos impregnándolas de
su propio espíritu. Según la tradición las primeras representaciones dramáticas
se deben a Livio Andrónico (c.284/204 a. de C.), a quien se le encargó, al
parecer en el 240, la puesta en escena de un tragedia y una comedia traducidas
del griego para celebrar los "ludi Romani" con motivo del fin de la
primera guerra Púnica.
En
la denominación que la literatura latina utiliza para las obras dramáticas
no se habla de tragedias y comedias; el término habitualmente utilizado para
cualquier tipo de representación es "fabula". La distinción entre
unas formas dramáticas y otras se basa más bien en el origen del asunto
tratado y en la caracterización de los personajes en escena. Distinguían así
los siguientes tipos de dramas:
TRAGEDIA
-
Fábula crepidata o coturnata: Tragedia de asunto griego; se caracterizaba porque los actores usaban el "coturno" o bota alta característica de los actores trágicos griegos.
-
Fábula praetexta: tragedia cuyo tema se basa en la leyenda o en la historia romana. Toma el nombre de la toga orlada que llevaban los hombres ilustres en Roma.
COMEDIA
-
Fabula palliata: comedia latina de asunto griego. Recibía este nombre porque los actores se cubrían con el "pallium" o manto griego.
-
Fabula togata: comedia sobre temas y personajes romanos. Los actores vestían la toga.
Tampoco
existió en Roma en los primeros tiempos una especialización de los
dramaturgos en trágicos y cómicos. Los iniciadores del género, Livio Andrónico
y Nevio, escribieron indistintamente obras de argumento trágico y cómico, sólo
a partir de Plauto se observa una tendencia a ceñirse a uno de los géneros.
Los distintos tipos dramáticos tuvieron desigual suerte en su desarrollo y,
de la misma forma, su conservación y transmisión también ha sido desigual.
La tragedia de argumento griego (fabula crepidata) y, en bastante menor
medida, la de asunto romano se cultivó con cierta asiduidad entre el 240 y el
90 a. de C., fecha en que muere Accio, el último trágico de la época de la
República. Sin embargo conocemos poco de esta actividad dramática: los
nombres de varios autores -Ennio, Pacuvio y Accio-, además de algunos títulos
y fragmentos. A partir de este momento la tragedia decayó y no se tiene
noticia de ninguna tragedia en el último siglo de la República. En la época
del imperio el gusto del pueblo por los espectáculos circenses y por el mimo
relegó la producción dramática, y más concretamente la de asunto trágico,
a los círculos intelectuales donde era recitada; se cargan así las tragedias
de ese tono retórico característico de la mayor parte de la literatura de la
época de Claudio y Nerón. De este período conservamos las tragedias
escritas por Séneca el Filósofo, únicas que nos han llegado completas y
entre las que se incluye una praetexta, que no debe considerarse obra suya.
La
fabula palliata está en cambio magníficamente documentada en las obras de
los dos grandes cómicos de los primeros siglos de la República: Plauto y
Terencio. La comedia dejó prácticamente de escribirse y representarse en el
siglo I a. de C., ante la competencia del mimo que había ido evolucionando
hacia un tipo de farsa licenciosa, con gran número de personajes y que llegó
a ser extraordinariamente popular.
Aunque
la mayor parte de las obras dramáticas que nos han llegado están basadas en
originales griegos, sin embargo la libertad en el trabajo de adaptación es
total. Los autores latinos no sólo introducen situaciones nuevas y
referencias a su momento histórico, sino que también utilizan en una misma
obra argumentos de distintos originales griegos e incluso escenas de autores
distintos. Este procedimiento se conoce con el nombre de contaminatio y es
particularmente visible en las comedias de Plauto y Terencio.
2.-
LA COMEDIA
2.1.-
Características generales
El
desarrollo de la comedia literaria basada en originales griegos (fabula
palliata) se vio mediatizado por la existencia desde antiguo, según hemos señalado
más arriba, de formas escénicas muy elementales (atelanas, carmina
fescennina, mimo), pero profundamente arraigadas en el gusto popular. Nevio
consiguió, sin apartarse de los modelos griegos, introducir en sus comedias
algunas notas de color itálico que acercó la palliata al público; en esta línea
continuó Plauto que consiguió para la palliata un nivel general de aceptación.
Sin embargo la competencia con las formas dramáticas autóctonas fue una
constante en la evolución de la comedia en Roma, y en la preferencia del público
por ellas está la clave de la corta vida de la comedia en comparación con
otros géneros también tomados de Grecia.
La
fabula palliata se inspira directamente en la Comedia Nueva ateniense; se
denomina así a la última fase de la comedia ateniense que se desarrolla
aproximadamente entre el 325 y el 263 a. de C. Los máximos representantes de
esta Comedia Nueva son Dífilo, Filemón y Menandro. Era una comedia de
costumbres que reflejaba la vida privada de las clases acomodadas. En esta
comedia burguesa la acción gira en torno a la vida y costumbres de una serie
de tipos fijos: el esclavo avispado, el viejo avaro, el joven enamoradizo,
soldados fanfarrones, cortesanas desenvueltas, doncellas honestas, etc. Las
situaciones de la comedia nueva eran atemporales y se podían fácilmente
adaptar a otro tiempo y a otro lugar.
Como
ya se ha dicho, a partir de Nevio fue práctica habitual la contaminatio:
utilizar más de un original e incluso en ocasiones más de un autor como
modelo. Los autores romanos utilizaron la forma griega para acentuar lo que en
la comedia más se aproximaba al gusto de los espectadores romanos: las
situaciones equívocas, los dobles sentidos, la parodia, etc. Se produjo en
cierto sentido una latinización de la comedia que culmina cuando se ponen en
escena tipos y costumbres de la vida cotidiana de Roma, surgiendo así la
fabula togata.
La
fabula palliata tenía una estructura formal tomada de sus modelos griegos y,
aunque no siempre encontramos la misma estructura, podemos distinguir en ella
las siguientes partes:
*Didascalias:
son obras de los gramáticos posteriores. en ellas se consignan el nombre del
autor, titulo de la obra, datos sobre la fecha y circunstancias de su estreno.
Igualmente se recoge el nombre de la obra griega utilizada como modelo y el de
su autor. No siempre han existido o se han conservado; todas las obras de
Terencio se nos han transmitido con su didascalia correspondiente, sin embargo
la mayor parte de las comedias de Plauto carecen de ellas.
-
Argumento: es un resumen de la obra realizado también por los gramáticos posteriores.
-
Prólogo: exposición del argumento a cargo de un actor o de un personaje simbólico. Los prólogos de las comedias latinas son una magnífica fuente de información sobre el teatro de siglo II a. de C. Los prólogos de Plauto son joviales, pretenden divertir y, además de su carácter expositivo, incluyen chistes y advertencias jocosas a los espectadores. Los prólogos de las comedias de Terencio tienen una mayor profundidad y contienen la réplica del autor a los ataques de que era objeto; dada la importancia de los prólogos en las obras de Terencio, volveremos sobre ellos al ocuparnos de su autor.
-
Diálogo o diverbia: partes dialogadas en verso.
-
Cantica: parte del texto de las comedias que se cantaba con acompañamiento de flauta. En el teatro de Plauto, como veremos más tarde, estas partes cantadas tienen un amplísimo desarrollo.
2.2.-
Autores de palliatae
Aunque
Livio Andrónico y Ennio cuentan entre sus obras dramáticas con algunas
comedias, con anterioridad a Plauto sólo Nevio mostró mayor inclinación
hacia este género. Ya hemos aludido a su tendencia a introducir en sus
comedias tópicos itálicos para acercarlas al público. Poco sabemos sobre el
carácter y estilo de sus comedias porque sólo tenemos escasos fragmentos,
pero los títulos -Los carboneros, El alfarero, El adivino...- sugieren temas
de la vida común. Sin duda alguna podemos conocer de forma bastante exacta el
desarrollo de la comedia latina gracias a la obra de dos grandes comediógrafos
de la época republicana: Plauto y Terencio.
2.2.1.-
PLAUTO (c 255 a.C.- 189 a. C.)
Fue
el más popular de los autores de comedias y dominó absolutamente la escena
romana desde el 215 a. de C., fecha de su primer éxito escénico, hasta el
184 a. de C., año de su muerte o, al menos, de su última representación.
Plauto nació en Sarsina, ciudad de Umbria, hacia el 255 a. de C. y abandonó
pronto esta ciudad. La mayor parte de las informaciones que poseemos sobre la
vida y obra de Plauto proceden de Varrón, erudito del siglo I a. C., que
dedicó grandes esfuerzos a llevar alguna claridad sobre las circunstancias de
la vida del poeta umbro. Se sabe que en su juventud trabajó en el entorno de
compañías dramáticas (Varrón utiliza la fórmula in operis artificum
scaenicorum), donde pudo adquirir su conocimiento poco común de los aspectos
técnicos y del repertorio tanto griego como romano. Al parecer posteriormente
se dedicó al comercio y fracasó; como consecuencia del endeudamiento
provocado por su actividad comercial se vio forzado a trabajar como esclavo en
un molino. En esta situación escribe tres comedias que obtienen un rápido éxito
y que lo convierten, ya hasta su muerte, en el ídolo de los espectadores.
Desde el 215 y durante un trentenio aproximadamente produce para la escena un
abundantísimo número de comedias.
Plauto
es el primer poeta romano que se especializa en un sólo género literario;
sus contemporáneos Nevio y Ennio no sólo conjugan dentro de la actividad
dramática comedia y tragedia, sino que, probablemente llevados por el
ambiente heroico de estos primeros años de expansión de Roma, componen también
poemas épicos. En Plauto no encontramos alusión alguna al momento político,
ni utilización satírica de cosas o personas relacionadas con el Estado: su
elección es el género cómico que se acomoda a su talante jovial e inclinado
a la risa fácil sin segundas intenciones. En este sentido Plauto es una
personalidad excepcional en la literatura latina; sus obras están llenas de
la gran alegría de vivir y del espíritu burlón de su autor.
De
la enorme popularidad de Plauto da fe el hecho de que ya en el momento de su
muerte circularan como suyas unas ciento treinta comedias. Varrón, en su
estudio sistemático de la obra plautina, estableció como auténticas sin
ningún género de dudas veintiuna comedias de esas ciento treinta atribuidas.
Todas sus obras son palliatae, basadas en originales griegos de la
"Comedia Nueva"; su relación según el orden en que aparecen en los
manuscritos es la siguiente: Amphitruo, Asinaria, Aulularia, Captivi,
Curculio, Casina, Cistellaria, Epidicus, Bacchides, Mostellaria, Menaechmi,
Miles Gloriosus, Mercator, Pseudolus, Poenulus, Persa, Rudens, Stichus,
Trinummus, Truculentus y Vidularia, ésta última está en estado
fragmentario.
En
estas comedias se repiten con escasas variaciones tipos y situaciones, de
forma que resulta difícil, por no decir imposible, establecer un criterio de
clasificación; el único título que conviene a todas es el genérico de
"comedia de enredo" con múltiples complicaciones y situaciones cómicas.
Sin embargo, con algunas reservas y para facilitar su aprendizaje, se pueden
agrupar las comedias plautinas bajo los siguientes epígrafes:
-
Comedias basadas en el equívoco o cambio de personas: Bacchides, Amphitruo, Menaechmi.
-
Comedias basadas en el "reconocimiento", es decir en el descubrimiento del verdadero origen y condición de determinadas personas y que da lugar a un súbito cambio de fortuna: Cistellaria, Curculio, Epidicus, Poenulus.
-
Farsas cómicas. Asinaria, Persa, Casina.
-
Comedias de caracteres: Pseudolus, Truculentus.
-
Comedias en las que confluyen motivos y situaciones: Aulularia, Captivi, Trinummus, Miles Gloriosus.
Plauto
no oculta en ningún momento que sus obras están basadas en otras griegas;
utiliza para referirse a su trabajo el término "vertere" (traducir)
y, en ocasiones, cita el autor y la obra que utiliza como modelo. Sin embargo,
como hizo Nevio con anterioridad, maneja los modelos griegos con una absoluta
libertad; no sólo mezcla fragmentos de distintas obras y de distintos autores
griegos (la ya comentada contaminatio, de la que Plauto hace un amplio uso),
sino que además modifica el original cortando o añadiendo, insertando
recursos cómicos típicamente itálicos, recreando situaciones con mayor
fuerza cómica y, en definitiva, dando lugar a una comedia totalmente
diferente, profundamente romana. La finalidad última del teatro plautino es
divertir: pretende conseguir un efecto cómico en cada escena, aunque para
ello tenga que sacrificar la lógica interna de la acción. Para lograr el
efecto cómico deseado no le importa al autor caer en contradicciones,
anacronismos e incongruencias; la caracterización de los personajes es a
veces extravagante y las situaciones se alargan frecuentemente más allá de
lo verosímil, Todo ello contribuye a dar a las comedias de Plauto un carácter
fantasioso que es su principal virtud y que las convierte en intemporales.
También
en el campo de la estructura formal se distancia Plauto de sus modelos
griegos, creando una forma nueva de comedia con entidad propia. Como ya se ha
comentado, desde Livio Andrónico el teatro romano concede mayor importancia a
las partes cantadas que el teatro griego; Plauto acentúa esta tendencia,
creando una comedia en la que la parte dialogada o recitada (diverbia) ocupa
en la mayor parte de las obras sólo un tercio del total. Los cantica se
enriquecen en su estructura y en su métrica; no sólo incluyen parlamentos y
recitados al son de flauta, también se encuentran fragmentos melodramáticos
(arias, solos, duos) interpretados con acompañamiento instrumental. Este carácter
melodramático de las comedias de Plauto, unido a su lenguaje cotidiano y
popular de gran fuerza cómica, les confiere un carácter propio e
inconfundible.
Plauto
gozó siempre de una gran acogida entre el público y sus comedias se
siguieron representando con gran éxito mientras existió una tradición
teatral viva en Roma. Durante el clasicismo de los últimos años de la República
y de la época de Augusto la popularidad de Plauto sufre un cierto retroceso
por influencia de los grandes poetas del momento, en particular Horacio, a
quienes disgustaba en general la literatura de la época arcaica. A partir del
Renacimiento Plauto vuelve a ser leído y representado, ejerciendo sus obras
gran influencia en el teatro inglés del siglo XVI. Como muestra de esta
influencia de las comedias plautinas en el teatro europeo de los siglos XVI y
XVII baste decir que La comedia de los errores de Shakespeare utiliza el
argumento de Menaechmi y que El avaro de Moliére recuerda al Euclión de la
Aulularia
2.2.2.-
TERENCIO (185-4? a. C.)
La
vida del segundo de los grandes comediógrafos latinos está marcada por dos
factores determinantes: por un lado, su brevedad, ya que no se extendió más
allá de veinticinco o treinta y cinco años; por otro, su estrechísima
relación con la aristocracia filohelénica que se reunía en torno a los
Escipiones y que es un factor imprescindible para entender las comedias de
Terencio.
Publio
Terencio Afer nació en Cartago, en el norte de África; su fecha de
nacimiento es incierta. Suetonio, biógrafo del siglo I de nuestra Era que
escribió una extensa "vita" del poeta, da como fecha para su
nacimiento el 185/184 a. de C.; sin embargo, algunos estudiosos de la
literatura latina proponen adelantar la fecha hasta el 190. Se sabe con
seguridad que, siendo todavía adolescente, llegó a Roma como esclavo del
senador Terencio Lucano, quien le dio una esmerada educación y le concedió
la libertad. Como era costumbre adoptó el "nomen" de su patrón,
Terencio, y mantuvo en el "cognomen", Afer, la referencia a su
procedencia geográfica.
Probablemente
en casa de su amo y protector conoció y se ganó la benevolencia de los espíritus
cultos y refinados de la ciudad. Roma vivía un momento excepcional, comenzaba
su expansión victoriosa por el Mediterráneo oriental, y parte de la
aristocracia romana había adoptado el ideal cultural griego; en el llamado Círculo
de los Escipiones se reunían filósofos (Panecio), historiadores (Polibio),
retores (Leilo) y poetas (Lucilio), todos movidos por el mismo deseo de
difundir e integrar en la literatura latina las formas literarias griegas. A
este mundo culto y refinado pertenece Terencio y con frecuencia se le ha
considerado como su portavoz. En el año 160 a. C. emprendió un viaje a
Grecia por causa que desconocemos y en el transcurso del mismo, en
circunstancias igualmente oscuras, falleció. Suetonio da como fecha de su
muerte el 159.
La
corta carrera dramática de Terencio se extiende por espacio de seis años;
entre el 166 y el 160 escribió seis comedias palliatas, cuyas fechas de
estreno conocemos perfectamente, ya que todas se nos han transmitido con su
correspondiente didascalia. La mayor parte de sus comedias siguen originales
griegos de Menandro, el más moderado y moral de los autores del Comedia
Nueva. La relación de las comedias de Terencio según el orden de su
representación es el siguiente:
-
Andria ("La mujer de Andros"), estrenada en el 166.
-
Hecyra ("La suegra"). El primer estreno, que fue un sonoro fracaso, tuvo lugar en el 165.
-
Heautontimoroumenos ("El atormentador de sí mismo), en el 163
-
Eunuchus ("El eunuco"), en el 161
-
Phormio ("Formión"), en el 161
-
Adelphoe ("Los hermanos"), en el 160. En este mismo año tiene lugar el segundo y tercer intento de estreno de Hecyra, que sólo en el tercer intento consigue el éxito.
Como
se puede observar, a diferencia de Plauto, el éxito de público no fue para
Terencio algo inmediato, si bien cuando se produjo, en concreto con el
Eunuchus, éste fue rotundo. Pero no sólo tuvo que enfrentarse el poeta con
la indiferencia y frialdad del público en sus primeras obras, sino que
durante toda su corta carrera dramática tuvo que hacer frente a la crítica
de otros poetas dramáticos y literatos. A defenderse de estos ataques consagró
el poeta los prólogos de sus comedias, y en ello es totalmente original. El
prólogo, como ya hemos señalado, era un elemento fundamental en las obras
dramáticas.
Generalmente
en Grecia, tanto en la tragedia como en la comedia, se utilizaba el prólogo-exposición,
en el que se presentaba de forma concisa el tema de la pieza teatral. Muy
excepcionalmente, la Comedia Nueva añadía a la exposición de la trama el
elogio de la obra y de su autor (prólogo-elogia). Plauto utiliza todo tipo de
prólogo, aunque prefiere el prólogo-benevolencia. Terencio rechaza los prólogos-exposición
por considerarlos groseros y convierte los suyos en prólogos literarios en
los que intenta dar respuesta a las acusaciones que se le formulaban, razonaba
sobre los modelos utilizados y exponían sus ideas sobre su obra. El conjunto
de los prólogos terencianos son una magnífica fuente para el estudio de su
autor. Las respuestas de Terencio nos permiten conocer qué críticas se le
formulaban. Se le acusaba de aceptar colaboración de sus nobles amigos para
escribir sus comedias, de plagiar trozos y personajes de otros autores
romanos, de "contaminar" los originales griegos y de debilidad de
estilo.
Después
de la muerte de Plauto los gustos habían cambiado y los círculos literarios
no aceptaban de buen grado la latinización de los originales griegos.
Terencio se somete al gusto imperante y mantiene en sus comedias el ambiente
griego. Huye deliberadamente del chiste fácil, de las tramas complicadas, del
recurso a la caricatura, en definitiva de todo aquello que había conferido a
las comedias de Plauto su peculiar estilo. En Terencio toda la comedia gira en
torno a la caracterización de los personajes, las inconsecuencias y el
contraste entre ellos es el medio escogido por el poeta para provocar la
hilaridad, que siempre será moderada, más próxima a la sonrisa que a la
abierta risa de Plauto. Quizá este sea unos de los puntos débiles de la obra
de Terencio: sus obras son de un gran altura desde el punto de vista lingüístico,
la caracterización psicológica de los personajes está lograda, pero el
conjunto carece de fuerza cómica. La nota dominante de sus comedias no es la
burla, sino más bien la piedad, la ternura y la melancolía.
Sus
personajes son amables y no guardan relación alguna con los estereotipos
caricaturescos pintados por Plauto. En las comedias de Terencio los esclavos
son serviciales, los hijos respetuosos, los padres afectuosos y preocupados,
las matronas respetables, etc. En conjunto traza unos cuadros de menor efecto
cómico, pero de gran valor humano.
Terencio
pretende escribir obras de teatro de un elevado nivel artístico. Su lengua es
de gran pureza y elegancia. Desde la época imperial se le proponía como
modelo de "sermo urbanus". En resumen, Terencio por sus
conocimientos literarios, por sus gustos elevados, por su estilo elegante
alejado de toda vulgaridad,es un representante cualificado de lo que en su época
se llamó "humanitas", cualidad que el propio poeta resumió
admirablemente en este conocidísimo verso: Homo sum: humanum nil alieni puto
(Heautontimoroumenos v.25).
3.-
LA TRAGEDIA
3.1.-
La tragedia en la época de la República
Como
ya se ha indicado la tragedia comienza en Roma después de la conquista de
Tarento en el 272 a. de c., que supuso a su vez la "conquista" de
Roma por la cultura griega, según recoge el célebre verso de Horacio:
Graecia capta ferum victorem cepit. Desde esta época hubo poetas que
tradujeron o vertieron al latín dramas griegos, Se piensa generalmente que la
tragedia no alcanzó nunca en Roma la popularidad que lograron la comedia y
otras formas escénicas. Quizá la razón de esta opinión generalizada resida
en que sólo nos quedan escasos fragmentos de las tragedias de la época
republicana y su carácter retórico los hace poco atractivos. Pero lo cierto
es que la tragedia tuvo una larga vida en Roma; se siguió representando por
espacio de más de doscientos años y los romanos de la época clásica conocían
y apreciaban a Ennio, Pacuvio y Accio como grandes trágicos.
3.2.-
La tragedia durante el Imperio: SÉNECA
Durante
los primeros años del principado de Augusto se confirma la tendencia a la
desaparición de la tragedia y de otras formas de drama literario con
pretensiones escénicas. Ya en gran parte del último siglo de la República
se había constatado la ausencia de otras nuevas para su representación. Por
otra parte, el paso del tiempo había dado lugar a cambios tanto en el estilo
como en los gustos literarios, lo que hacía que las obras de los tragediógrafos
republicanos parecieran cada vez más arcaicas y rudas a medida que pasaba el
tiempo. El público romano, menos cultivado que el griego, mostraba
preferencia por los espectáculos circenses y, dentro de los espectáculos escénicos,
el mimo, las atelanas y las pantomimas sustituyeron a las obras dramáticas de
mayor valor literario. De esta forma en el siglo I d. C. la tragedia se
convierte en un ejercicio literario dedicado exclusivamente al recitado y la
lectura en círculo literarios e intelectuales. La última representación de
una tragedia nueva de la que se tenga noticia oficial tuvo lugar en el año 29
a. C; se trata de la puesta en escena del Thiestes de Lucio Varo Rufo
promovida por el propio Augusto para celebrar su victoria en Actium. Algo más
tarde tenemos noticias de una segunda tragedia del poeta Ovidio titulada
Medea. Ambas obras de la época augústea se han perdido completamente y sólo
conocemos los títulos y referencias de los estudiosos de los géneros
literarios como Quintiliano.
Dado
este estado de cosas, resulta sorprendente que precisamente las únicas
tragedias que se nos han conservado completas se sitúen en este período en
el que su representación había caído en desuso. Efectivamente, existe un
"corpus" de diez tragedias, integrado por nueve "fabulae
coturnatae" más una "praetexta", atribuidas a Séneca el Filósofo
(5-65 d. de C). De ese conjunto de obras, ocho son con toda seguridad de Séneca:
Hércules Furens, Troades, Phoenissae, Medea, Phaedra, Oedipus, Agamemnón,
Thyestes; una, Hércules Oateus, es de atribución dudosa y la
"praetexta", titulada Octavia, no puede ser de ninguna manera obra
suya.
No
se sabe exactamente qué lugar ocupan cronológicamente las tragedias en el
conjunto de la extensísima obra de Séneca. Generalmente se ha considerado
que fueron escritas en su primera época, con anterioridad a la redacción de
sus tratados filosóficos, pero lo cierto es que no hay ningún dato objetivo
que corrobore dicha opinión.
En
cuanto a la relación de las tragedias senequianas con sus originales griegos,
hay que decir queSéneca sigue la práctica habitual en el teatro latino y
mezcla distintas obras griegas en una misma tragedia. Utiliza en mayor medida
como modelo las obras de Eurípides que la de los dos trágicos anteriores.
Aunque sigue habitualmente las versiones tradicionales de los mitos, difiere
notablemente en su tratamiento escénico; Séneca demuestra un gusto especial
por los detalles truculentos, por la desmesura en la expresión de los
sentimientos y pasiones que lo alejan de la tragedia clásica griega; sus
personajes, cuyo análisis psicológico es riquísimo, tienen un código de
valores morales radicalmente distinto al de los personajes de Eurípides. Su
estilo es marcadamente retórico, caracterizado por la precisión y el
laconismo que se expresa frecuentemente por medio de aforismos y sentencias.
Las tragedias de Séneca no tuvieron gran influencia en su época, pero en
cambio ejercieron un profundo influjo a partir del siglo XV en el teatro
italiano e inglés.
Los
manuscritos de las obras de Séneca recogen también una tragedia praetexta,
titulada Octavia. Es la única obra de su género que se nos ha conservado,
pudiéndose afirmar hoy con toda certeza que no es el filósofo cordobés y
que debe fecharse en una época ligeramente posterior, durante el reinado de
los primeros Flavios. Utiliza como argumento la desdichada vida de Octavia,
hija de Claudio y Mesalina, obligada a casarse con Nerón y asesinada después
en el exilio.
LA PROSA
La prosa es una forma que toma
naturalmente el lenguaje para expresar los conceptos, y no está sujeta,
como el verso, a medidas y cadencias determinadas o es la forma que
empleamos comúnmente al hablar o escribir. Consiste en expresar un
mensaje sin tener en cuenta la musicalidad o la rima entre las palabras,
ni las medidas de las frases que utilizamos.
En la escritura, la prosa se reconoce
porque el texto ocupa todo el renglón de cada línea, a menos que haya un
punto y aparte. Es conveniente que sepamos señalar una diferencia entre
la poesía y la prosa no de forma sino de contenido o de aplicación.
La prosa es naturalmente didáctica. La
poesía es un medio de expresión, es la forma en que el hombre busca la
manera más directa de dar salida a sus sentimientos, a menudo sin pensar
en comunicarlos. La prosa es comunicativa y social, la poesía es
individualista.
Los primeros escritos en prosa están
representados por temas de oratoria y epistolares que surgieron como
respuesta a las necesidades políticas, religiosas y administrativas de
la comunidad islámica. Predicadores, gobernantes, secretarios dejan un
enorme caudal de estos géneros en prosa que fueron evolucionando desde
un estilo sencillo hasta los temas más ornamentales concediendo más
atención al estilo y a la expresión del contenido.
Si la prosa romana es imitadora de la
griega, ello se debe al potente influjo cultural que Grecia ejerció
sobre Roma, el cual se ejerció no solamente en las letras, sino en la
arquitectura y las artes plásticas. No dudamos que los conocimientos
gramaticales pueden mejorar la prosa en la generalidad de los que se
preparan para escribir y redactar.
Sin embargo se ha observado que la prosa
constituye una habilidad innata con su propio ritmo y sonido que se
manifiesta en forma natural en algunas personas. Tanto estudiantes como
profesionales requisen tener una buena prosa para su correcto desempeño:
La práctica de ejercicios de escritura libre es recomendable. Expresar
el cúmulo e ideas y emociones puede ayudar a la persona que escribe a
descubrir su propio ritmo y estilo. La lectura de libros de varios
autores es recomendable para mejorar la prosa, a través de esa actividad
se podrá encontrar la diferencia en el modo de expresarse y se
aprenderá a no cometer los mismos errores.
Conservar la originalidad de lo que se
escribe es muy importante, no se debe permitir que otros autores
influyan. Se debe de estar libre. La prosa fluye con naturalidad, es
interesante y florece sin esfuerzo, El secreto de una buena prosa…es la
propia persona.
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