Invasiones bárbaras
Invasiones bárbaras, invasiones germánicas, época de las invasiones o periodo de las grandes migraciones son distintas denominaciones historiográficas para el periodo histórico caracterizado por las migraciones masivas de pueblos denominados bárbaros por el Imperio romano (la mayor parte de ellos, los pueblos germánicos, aunque hubo otros), que llegaron a invadir grandes extensiones del Imperio romano, ocupándolas violentamente; siendo la causa directa de la caída del Imperio Romano de Occidente. Se desarrolló aproximadamente entre el siglo III y siglo VIII y afectó a la práctica totalidad de Europa y la cuenca del Mediterráneo, marcando la transición entre la Edad Antigua y la Edad Media que se conoce con el nombre de Antigüedad tardía.
Suele hablarse de varias fases en esas invasiones, correspondiendo el protagonismo de las primeras a los pueblos germánicos (del siglo III al siglo VI), mientras que las últimas corresponden a los vikingos y los magiares, así como a los árabes (protagonistas de la invasión musulmana del siglo VII y VIII, que incorporó a su civilización la ribera sur del Mediterráneo).
Pueblos bárbaros
Todos los pueblos de la Antigüedad miraron con desdén a sus vecinos.
Los clásicos dieron el nombre de «bárbaros» a todos los extranjeros de
las regiones fronterizas con el Imperio romano, y con los que lucharon, si bien se limita la consideración a los que, ocupando en Europa
las regiones al Norte del imperio, invadieron éste, apoderándose de su
parte occidental. Estos pueblos formaban cuatro grupos: 1- El de cultura
turco-mongola: como los ávaros y hunos. 2- El de cultura eslava: como los vendas, en lo que hoy es Polonia. 3- El de cultura irania: los sármatas, entre el Danubio y el Tisza, y los alanos, a orillas del mar Negro. 4- El de cultura germánica: como los godos, francos, vándalos, burgundios y otros.
Durante la decadencia del Imperio romano, fueron muchos los pueblos
bárbaros (extranjeros) que, aprovechando las disidencias internas, se
aproximaron a sus fronteras y se establecieron en ellas, presionando en
forma permanente para entrar.Los bárbaros lograron penetrar lentamente
entre los siglos I y IV, y establecerse en el interior, hasta que,
finalmente, empujados por otros pueblos, lo hicieron en forma violenta.
Los germanos eran indoeuropeos, como los griegos y latinos. En ellos
las aficiones guerreras se muestran en grado sumo, al par que el trabajo
se considera como menos digno. Había hombres privilegiados, nobles y plebeyos, existiendo también la esclavitud. La patria potestad tenía un concepto bastante análogo, en lo absoluto, al de los romanos. Aunque lo general era la monogamia, la poligamia aparece admitida entre los nobles.
Principales pueblos bárbaros
Entre los pueblos germanos invasores encontramos a los godos, divididos en visigodos en Occidente y los ostrogodos en Oriente. Los francos, los suevos, los burgundios, los anglos, los sajones y los jutos, los vándalos, los frisones, los alanos (iranios) y los alamanes constituían el resto de los pueblos.
- Los vándalos arrasaron las Galias, pasaron por Hispania, se dirigieron al norte de África, conquistaron Cartago, y desde su puerto se dedicaron a la piratería, asolando el Mediterráneo.
- Los ostrogodos detentaron el poder, con la asunción de Teodorico, que mató a Odoacro. Los visigodos debieron retirarse de Italia, dirigiéndose al oeste, a la Galia, estableciendo su gobierno en el sur de la región y en casi toda Hispania.
- Los francos se ubicaron en el norte de las Galias, adoptando la fe católica tradicional, convirtiéndose en los defensores del catolicismo.
- Los sajones, aliados con los anglos y los jutos, se instalaron en Britania, con costumbres muy diferentes a las romanas.
Salvo estos casos aislados, la mayoría eran respetuosos de la cultura
romana, y fusionaron las costumbres romanas con las propias. La aristocracia germana comenzó a utilizar como su idioma el latín, que luego ¨-modificado- dio lugar a las lenguas romances.
Religión
La religión, que hubiera podido ser un elemento conflictivo en la
relación de los invasores con los pueblos autóctonos, se transformó en
un factor de unidad, al aceptar la mayoría de los reyes bárbaros la
religión católica.
Los visigodos abandonaron el arrianismo, religión cristiana no reconocida por la Iglesia Católica, para aceptar esta última en el siglo VI, en Hispania, bajo el reinado de Recaredo. Los francos rechazaron el paganismo a fines del siglo V, durante el reinado Clodoveo I. Así la Iglesia Católica, lejos de debilitarse, cobró un inmenso poder.
La sociedad
Se adoptó la ley escrita, según la modalidad romana, ya que ellos se regían por el derecho consuetudinario (costumbres). Los germanos aceptaron el sistema de la personalidad de la ley,
por la cual cada uno debía ser juzgado por sus propias leyes. Los
romanos, carecían de normas, ya que Roma ya no existía, y por eso,
tuvieron que redactarse las que los regirían en lo sucesivo.
Teodorico, rey de los ostrogodos, redactó la primera colección de leyes, en el año 500, conocida como el Edicto de Teodorico,
para godos y romanos, siendo una excepción al referido principio de
personalidad de las leyes. Estaba compuesta de 154 artículos basados en
resúmenes de fuentes romanas.
Los hunos
Los hunos eran un pueblo nómada procedente de la zona de Mongolia,
en Asia Central, que empezó a emigrar hacia el oeste en el siglo III,
probablemente a causa de cambios climáticos. El líder de esta
confederación en su máximo apogeo fue Atila, probablemente un guerrero
ligado a la nobleza (Kan) de origen túrquico.
Los caballos tenían una gran importancia para este pueblo, habituado a
combatir montados, utilizando como armamento lanzas y arcos. Emigraron
con sus familias y grandes rebaños de caballos y otros animales
domésticos en busca de nuevas tierras de pastos donde instalarse.
Por su destreza y disciplina militar, nadie fue capaz de detenerlos y
desplazaron a todos los que encontraron a su paso. Provocaron así una
oleada de migraciones, ya que los pueblos huían antes de que llegaran,
para no enfrentarse con ellos.
Atila
Atila (nacido hacia el 406 y muerto en el 453) fue el último y más
poderoso rey de los hunos. Gobernó el mayor imperio de su tiempo desde
el 434 hasta su muerte. Sus posesiones se extendían desde Europa Central hasta el Mar Negro, y desde el Danubio hasta el Mar Báltico.
Durante su reinado fue uno de los más acérrimos enemigos de los Imperios romanos Oriental y Occidental. Invadió dos veces los Balcanes, tomó la ciudad de Roma y llegó a sitiar Constantinopla en la segunda de las ocasiones. Logró hacer huir al emperador Valentiniano III de su capital, Rávena, en el 452. Marchó a través de Francia hasta llegar incluso a Orleans, la que saqueó, antes de que le obligaran a retroceder en la batalla de los Campos Cataláunicos (Châlons-sur-Marne).
Aunque su imperio murió con él y no dejó ninguna herencia destacada,
se convirtió en una figura legendaria de la historia de Europa.
El comienzo de las invasiones al Imperio romano
Entre los años 235 y 285 Roma
estuvo sumida en un periodo de anarquía y guerras civiles. Esto
debilitó las fronteras. Los germanos, en busca de nuevas tierras, se
desplazaron hasta la frontera norte del imperio. Los emperadores de la
época permitieron el ingreso de los germanos bajo dos condiciones:
debían actuar como colonos
y trabajar las tierras, además de ejercer como vigilantes de frontera.
Sin embargo, esta pacificación terminó cuando Atila, el rey de los
hunos, comenzó a hostigar a los germanos,
que habían invadido el Imperio. Luego de la retirada de los hunos, las
tribus bárbaras se establecieron en el interior del imperio: los francos
y burgundios tomaron la Galia; los suevos, vándalos y visigodos se
asentaron en Hispania; los hérulos tomaron la Península Itálica tras derrotar y destituir al último emperador romano, Rómulo Augústulo. Posteriormente, los hérulos se enfrentarían a los ostrogodos,
saliendo estos últimos victoriosos, y tomando el control de toda la
Península Itálica. Cabe destacar que si bien los germanos no eran muy
desarrollados culturalmente, asimilaron muchas de las costumbres
romanas, formando así la cultura europea que originó la actual cultura
occidental.
Causas del derrumbamiento del Imperio romano
Después de los siglos dorados del Imperio romano (periodo denominado Pax Romana,
siglos I al II), comenzó un deterioro en las instituciones del Imperio,
particularmente la del propio Emperador. Fue así como tras las malas
administraciones de la Dinastía de los Severos, en particular la de Heliogábalo, y tras la muerte del último de ellos, Alejandro Severo, el Imperio cayó en un estado de ingobernabilidad al cual se le denomina crisis del siglo III.
Entre el 238 y el 285 pasaron 19 emperadores, los cuales —incapaces
de tomar las riendas del gobierno y actuar de manera concorde con el
Senado— terminaron por situar a Roma en una verdadera crisis
institucional. Durante este mismo período comenzó la llamada invasión pacífica, en la cual varias tribus bárbaras se situaron, en un principio, en los limes
del Imperio debido a la falta de disciplina por parte del ejército,
además de la ingobernabilidad producida en el poder central, incapaz de
actuar en contra de esta situación.
Por otro lado, las guerras civiles arruinaron al Imperio, el desorden
interno no sólo acabó con la industria y el comercio, sino que debilitó
a tal punto las defensas de las fronteras imperiales, que privadas de
la vigilancia de antaño, se convirtieron en puertas francas por donde
penetraron las tribus bárbaras.
Tras una breve «estabilización» del Imperio, en manos de algunos emperadores fuertes como Diocleciano, Constantino I el Grande y Teodosio I, el Imperio se dividió definitivamente a la muerte de este último, dejándole a Flavio Honorio el sector de Occidente, con capital en Roma, y a Arcadio el sector Oriental, con capital en Constantinopla.
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